Faltan menos de diez días para las elecciones
presidenciales y la candidatura de Marcel Claude se ha instalado como un
fenómeno político de masas dentro de la izquierda chilena.
Por ello, tras los debates, el despliegue de las candidaturas y los diversos acontecimientos de estas últimas semanas, cabe preguntarse una vez más ¿Por qué Marcel?
Una primera consideración es que Marcel no es la única
candidatura antineoliberal e incluso anticapitalista. También se presentan
Alfredo Sfeir por el Partido Ecologista Verde y Roxana Miranda por el Partido
Igualdad. Las coincidencias programáticas con ambas son claras, especialmente con
la de Roxana, con cuyo partido se sostuvieron conversaciones hasta junio de
este año para concordar un mecanismo para definir un abanderado presidencial
común, que lamentablemente no prosperaron por múltiples incapacidades de las
fuerzas involucradas.
Las candidaturas de Alfredo Sfeir y Roxana Miranda han significado valiosas contribuciones para el debate político. Sfeir, que viene del mundo ecologista, ha desplegado su competencia como economista y su compromiso con el medioambientalismo. Roxana, que durante el gobierno de Ricardo Lagos fue dirigente de importantes luchas de los deudores habitacionales, se ha plantado con dignidad en la competencia presidencial, buscando mostrar el rostro de los más excluidos.
Entonces, ¿Por qué estas candidaturas no han tenido el mismo despliegue y apoyo que Marcel Claude y aparecen en el fondo de la tabla en la mayoría de las encuestas, marcando mínimos junto a Ricardo Israel y Tomás Jocelyn-Holt? Pensamos que ello es el resultado de las limitaciones políticas de sus respectivos proyectos.
En el caso de Alfredo Sfeir, está demasiado restringido al nicho ambientalista y, además, desde una óptica que no ha facilitado su relación con los principales conflictos ambientales que se han dado en el último tiempo, relacionados casi siempre en forma estrecha con las desigualdades sociales, con las luchas de masa, y los despliegues territoriales de esos conflictos ligados a múltiples otras problemáticas. Es un gran teórico, un gran hombre y aporte a dichas luchas, pero no ha sido parte de éstas en las últimas décadas en el país, y por tanto no es producto de este impulso social de los últimos años.
Roxana Miranda en cambio se ha presentado llena de una fuerza que efectivamente ha logrado posicionarse y sorprender a muchos que desde sus hogares han seguido las elecciones. Pero el impacto, empatía y sensibilidad que ha generado, no se traduce en adhesión electoral, principalmente porque se trata de una campaña enfocada en la denuncia, en el “grito de la criatura herida”, en mostrar a los pobres más como objetos de injusticias que como sujetos de transformación social; ello se expresó en los debates, donde se mostró más como dirigente vecinal emplazando a los otros ocho candidatos que como la novena candidata presidencial. Al “exigir” y “denunciar” no ha podido sumarle también un “proponer”, problema profundizado con la opción del Partido Igualdad por representar al 1% más pobre, en lugar de sumar fuerzas para combatir al 1% más rico.
Valoramos y nos sentimos partes de esas denuncias y demandas, que hemos también levantado permanentemente con firmeza desde todos los frentes. Pero estamos conscientes también que en esta elección, marcada por el giro de la conciencia social provocada por las grandes movilizaciones del 2011, ya no basta con la denuncia ni con el autoacotarse en nichos políticos y sociales estrechos. Las luchas político-sociales demandan la capacidad de convocar a una alianza amplia que unifique a todos los sectores explotados y oprimidos por el capitalismo neoliberal y permita construir una alternativa al duopolio Alianza-Concertación/Nueva Mayoría.
El éxito de Marcel Claude -relativo, no lo olvidemos, dentro de los parámetros de fragmentación y dispersión que sufre la izquierda- ha consistido precisamente en su capacidad de convocar en torno de sí a un amplio arco de sectores políticos y sociales en lucha, en especial aquéllos que han sostenido los principales combates contra el capitalismo neoliberal en los últimos años.
El Movimiento Todos a La Moneda (TALM), nacido al calor de la campaña de Marcel, ha sumado a decenas de organizaciones políticas y sociales y a miles de voluntarios a lo largo de todo el país, que han conformado comandos que cubren prácticamente la totalidad del territorio nacional. Esta convocatoria se ha expresado la movilización de miles de personas tanto en la inscripción de la candidatura como en el memorable “Caupolicanazo”.
La de Marcel es la candidatura que convoca a más organizaciones del pueblo en lucha. Organizaciones sindicales como el SITECO y organizaciones estudiantiles como la UNE, protagonistas de grandes luchas político sociales, como las de los subcontratistas de CODELCO en 2006 y 2008 y las grandes movilizaciones estudiantiles del 2011 y convocantes a la jornada de protesta del pasado 26 de Junio. Otro caso ejemplar de esta convocatoria es la adhesión del Sindicato Interempresa de Trabajadoras Inmigrantes de Casa Particular, la única organización de “nanas” que ha adherido a una candidatura presidencial.
La gran ventaja política de la candidatura de Marcel es, por lo tanto, su capacidad de unir las demandas democráticas más avanzadas del movimiento social con una convocatoria amplia tras esta plataforma programática. Ésta es la cuestión decisiva: unir la fuerza social con el programa.
Es por esa convocatoria que a través de esta
candidatura se ha podido desplegar una crítica profunda al capitalismo, una
denuncia aguda a los conflictos sociales. Pero también y por sobre todo, es la
manifestación seria de un programa de gobierno a través del cual demostramos
que se está levantando una izquierda con capacidad real de transformar el país.
Por eso Marcel. Por eso debiéramos todos estar con Marcel hoy, sabiendo que a través de esta candidatura podemos marcar un hecho político con la votación, instalando un programa común a muchos más allá de esta candidatura, en la agenda política de las amplias mayorías populares.
Ciertamente, el trabajo no termina el día 17 de Noviembre. Más bien, allí recién comienza. Instalar un programa tiene sentido solamente si a contar del día 18 somos capaces de sumar a más y más personas dispuestas a salir a las calles a exigir que ese programa se haga realidad, incorporando también a los que han adherido a estas otras candidaturas y a los que han optado por la abstención.
La tarea, como dice Marcel, es refundar Chile. Para nosotros, como fuerzas anticapitalistas, será proyectar la convocatoria en lucha y las demandas democráticas en organización popular, en primer lugar de los trabajadores, empujando esa refundación en la dirección de trascender el horizonte histórico estrecho del capitalismo.
Porque levantamos
plataforma de lucha, pero también alternativa. Por eso Marcel.
Iván Vitta
Convergencia
Anticapitalista
Miembro Mesa
Política Todos a La Moneda
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