Iván Vitta
La designación del
gabinete de Bachelet y de los próximos intendentes generó todo tipo de
controversias, centradas en los problemas de probidad y conflictos de interés
de los designados. Menos atención se puso en la orientación política que estas
designaciones representan en términos de proyecto, fuerzas políticas y fuerzas
sociales de apoyo.
En primer lugar, el
proyecto que traslucen las designaciones es claramente social-liberal, la
variante “progresista” del neoliberalismo. Ello se expresa con nitidez en los
nombramientos en los ministerios sectoriales, en especial en aquél que está hoy
día en el centro de las demandas político-sociales, Educación. Nicolás
Eyzaguirre es un tecnócrata neoliberal que fue director del FMI, instrumento
mundial del sometimiento de las economías periféricas a los dictados del
Consenso de Washington.
La designación de Claudia
Peirano como Subsecretaria de la cartera, quien finalmente renunció, no fue,
como se ha indicado, un “error”. Por el contrario, expresaba la voluntad de
Bachelet de poner a connotados agentes políticos del modelo educacional mercantil
a controlar y darles forma a los cambios que se busca introducir en educación.
Los nombramientos de
Eyzaguirre y Peirano fueron una señal política clara de continuismo orientada
hacia la extensa burguesía educacional que se ha formado en los últimos treinta
años al calor del modelo mercantil.
Las políticas educativas
de la Concertación tuvieron como objetivo, durante veinte años, desarrollar el
capitalismo educacional, inyectándole cuantiosos fondos públicos por decenas de
miles de millones de dólares y desarrollándole un mercado por el expediente de
abandonar la educación pública a la suerte de los municipios que la sostenían,
en el caso de primaria y secundaria, o del autofinanciamiento, en la educación
superior. El debilitamiento de la educación pública no fue un efecto colateral
no deseado; por el contrario, era una condición necesaria para el desarrollo de
dicho capitalismo educacional.
A esa burguesía,
representada a nivel político, dentro de la Nueva Mayoría, principalmente por
la Democracia Cristiana, estuvieron orientados los nombramientos, garantizando
que ningún cambio afectará sus intereses. Es por ello que Bachelet, a pesar de
la reticencia de la propia Claudia Peirano, que le advirtió de su situación
personal, insistió en el nombramiento.
Estas señales en el
sector educación se repitieron en todo el gabinete, al que se incorporaron
cuadros provenientes de grandes empresas mineras, energéticas y de otros
sectores económicos. El mensaje político es claro: la Nueva Mayoría sigue
alineada con los intereses económicos del gran empresariado nacional y
transnacional.
En segundo término, el
gabinete refleja el intento de Bachelet de consolidar su poder personal
rodeándose de un grupo de personeros –con pocas excepciones– de bajo perfil
partidario y alta cercanía y lealtad personal con ella, consolidando al
“bacheletismo” como partido transversal de la Nueva Mayoría y alejándose
claramente de los liderazgos concertacionistas tradicionales, apoyada en una
camada más reciente de cuadros concertacionistas, de un perfil más técnico y desideologizado.
Con un amplio capital político, Bachelet apuesta por una mayor autonomía
política respecto de los partidos de la NM, estableciendo un nuevo equilibrio
con ellos, en el que será ella quien intentará llevar las riendas para darle
credibilidad y coherencia a sus reformas.
En tercer lugar, los
nombramientos muestran que no todos los partidos de la NM tienen el mismo peso
político en el nuevo gobierno. La DC, el PS y el PPD continuarán siendo el eje
político. Los partidos menores (PC, MAS, IC y PRSD) tendrán una presencia muy
menguada en el gabinete y estarán ausentes de las intendencias. En la práctica,
se ha reafirmado el carácter de la NM, siguiendo los deseos de la DC, como coalición
programática y no una de carácter político. Por lo tanto, la Concertación sigue
operando como alianza política de facto.
El rol secundario del
resto de las fuerzas de la NM –la mesa del pellejo– quedó de manifiesto cuando
DC, PS y PPD salieron a pedir explicaciones al PC por las críticas de sus
diputados a las designaciones, obligando a Teillier a desautorizar a sus
militantes.
En conclusión, tanto el
proyecto como las fuerzas de apoyo del próximo gobierno, expresados en las
designaciones, apuntan a una mezcla de continuidad de las políticas
neoliberales junto con cambios acotados y dentro de la lógica del mismo modelo,
no en ruptura con él, los que en ningún caso alterarán la esencia del capitalismo
neoliberal. Los cambios de Bachelet no estarán a la altura de las necesidades
de los trabajadores y el pueblo de Chile.
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