En las elecciones presidenciales de 1946, Pablo Neruda
dedicó unos versos al candidato radical Gabriel González Videla, apoyado por el
Partido Comunista: “Desde la arena hasta la altura,/desde el salitre a la espesura,/el
pueblo te llama Gabriel,/con sencillez y con dulzura/como a un hermano, hermano
fiel”.
El resto de la historia es conocido. Con el inicio de la
Guerra Fría, González Videla se alineó con Washington e ilegalizó al PC. La
política de alianzas con la burguesía “democrática”, levantada por el PC desde
los años 30, se reveló como una ilusión y terminó en un completo fracaso.
Aunque no es probable un desenlace tan catastrófico, las
mismas ilusiones se repiten hoy con el apoyo del PC a Michelle Bachelet y su
decisión de entrar a formar parte del gobierno de la Nueva Mayoría (la antigua
Concertación más el PC). En el pleno del Comité Central realizado el 21 de
diciembre pasado, el PC fija su postura partiendo de varios supuestos falsos.
El primero de estos supuestos es que el programa de Bachelet
“propone una transformación estructural del país, actuando sobre tres ejes
principales: Nueva Constitución, Reforma Educacional y Reforma Tributaria”.
Cualquier examen del programa revela que éste deja intocados pilares
fundamentales del capitalismo neoliberal instaurado por la dictadura y
profundizado por los gobiernos de la Concertación. Los cambios que se plantean
no proponen terminar con el modelo, sino, como reconoció Ricardo Solari al
diario español “El País” el 1° de Diciembre pasado, salvarlo: “lo único que
pone en riesgo el modelo chileno es no hacer cambios”.
En primer lugar, el programa no propone cambios en aspectos
como la legislación minera (ni menos revertir el 70% de privatización del
cobre), las ISAPRES, las AFP y su régimen de capitalización individual ni el
código del trabajo (Fundación Sol ha calificado las medidas laborales del
programa de Bachelet como “tibias”).
En segundo lugar, en las áreas en que el programa sí plantea
cambios, éstos vienen con letra chica. La Reforma Tributaria se acompaña de una
reducción de los impuestos a los más ricos desde el 40% al 35%: con la
“reforma” de Bachelet, Andrónico Luksic pagará menos impuestos.
En la Reforma Educacional, se busca legitimar las posiciones
que ha conseguido la educación privada por el medio espúreo de declararlas “de
interés público”, siguiendo un engendro conceptual denominado “régimen de lo
público”, pergeñado por ideólogos concertacionistas como Alfredo Joignant,
inspirado en las políticas del neolaborismo de Tony Blair para privatizar
servicios sociales británicos.
En materia constitucional, la redacción de la nueva
constitución quedará en manos del parlamento binominal, condimentada con
“consultas” a los actores sociales que no son ni vinculantes ni resolutivas, un
escenario similar al que fue en su momento la Comisión Asesora Presidencial por
la Educación, creada por Bachelet para desmovilizar la rebelión de los
pingüinos y terminar pactando la LGE con la Alianza.
Ése es el programa que el PC ha hecho suyo y al que jura
lealtad política: el programa de la burguesía “progresista” para reconstituir
la gobernabilidad del capitalismo neoliberal.
El segundo y decisivo supuesto del PC se deduce de lo
siguiente: “debe quedar claro que no surge del programa un cuestionamiento del
capitalismo como sistema. No se visualiza la contradicción Capital – Trabajo
como la generadora principal del conflicto social”. No es el momento de poner en el centro la
contradicción capital-trabajo y por lo tanto hay que subordinarse a la
“burguesía democrática”.
La del PC es la posición clásica del menchevismo: en una
revolución democrática, el partido obrero debe subordinarse a la burguesía. El
Lenin de “Dos tácticas” y el Marx de “Mensaje del Comité Central a la Liga de
los comunistas” proponían algo diametralmente opuesto: en una revolución
democrática, el proletariado debe ir mucho más allá del programa que está
dispuesto a respaldar la “burguesía democrática” y debe mantener una
orientación política independiente.
Es lo mismo que dice la experiencia latinoamericana
reciente: la Revolución Bolivariana del Comandante Chávez pudo avanzar porque
desde el principio rompió con el COPEI y Acción Democrática, el
socialcristianismo y la socialdemocracia venezolanos, avanzando con su propio
programa de reformas democráticas radicales de horizonte emancipatorio.
Iván Vitta
No hay comentarios:
Publicar un comentario