lunes, 26 de agosto de 2013

Cademártori: el retorno del vacío histórico


Hace pocos días, José Cademártori, el conocido economista del PC y ex ministro de economía del gobierno de la UP, publicó un trabajo titulado "2013: fin de una Era, comienzo de otra" (1). Se trata de un vulgar panegírico destinado a alabar a la "Nueva Mayoría" -la nueva fachada de la Concertación- en el que, como corresponde a Cademártori, no se encuentra ninguna idea demasiado profunda, pero que sin embargo resulta ilustrativo de las posiciones políticas adoptadas por el PC en los últimos años.

El trabajo de Cademártori constituye una reivindicación del viejo frentepopulismo reformista del PC. Indica el regreso del llamado "vacío histórico" al PC, echando por la borda todos los análisis políticos que ese partido realizó a partir de 1977 y que culminaron, en 1980, con el lanzamiento de la Política de Rebelión Popular.

Cademártori comienza realizando un análisis de la Unidad Popular y las causas de su derrota. El punto de partida de dicho análisis es la caracterización de la Democracia Cristiana como un partido de "capas medias", ignorando deliberadamente el carácter burgués y pro imperialista de su dirección.

Este error en la caracterización del centro político, asimilado mecánicamente a "capas medias", es una característica central en la política del PC desde los años 30. Es un error de profundas consecuencias estratégicas, que ha significado tres derrotas históricas a dicho partido: la ilegalización en 1948 a manos de González Videla; el golpe de 1973; y la salida pactada a la dictadura en 1989, que significó el aislamiento del partido y su exclusión del juego político. En todas estas coyunturas decisivas, el centro político siguió los intereses de clase de sus direcciones burguesas, en lugar de seguir el noble pero fantasioso papel que el PC le tenía asignado.

No se puede acusar a Cademártori de ser un pensador riguroso, pues ni el adjetivo ni el sustantivo le calzan bien. En su análisis de la Unidad Popular y su derrota vuelve a la manida fórmula, expresada de forma más clara en 1975, de acusar de la derrota al "ultraizquierdismo" y al "infantilismo revolucionario".

A este argumento central de la explicación PC de la derrota de la UP en los primeros años tras el golpe, Cademártori agrega algunos primores de su jardín personal. En este punto, es preciso citarlo en forma más o menos extensa.

Dice Cademártori: "Hay quienes todavía afirman que el fracaso de Allende se debió a las divergencias políticas al interior del gobierno; señalan diferencias entre Allende y los partidos de la UP, y particularmente entre socialistas y comunistas. La historia política enseña que, especialmente en los procesos de cambio siempre se presentan desacuerdos y puntos de vista diversos en las coaliciones; son inevitables, juegan su papel negativo, pero no es lo decisivo. Lo importante es ver quiénes son los oponentes principales, cuál es el enfrentamiento principal y cómo se lo aborda. Fue Washington y su incondicional aliada en Chile la oligarquía o burguesía monopolista los que se impusieron por la violencia extrema, con el apoyo más o menos activo de capas medias, quienes derrotaron a las aún insuficientes fuerzas políticas democráticas del pueblo chileno, incluidos los militares constitucionalistas, víctimas de la deslealtad y las intrigas".

O sea, Cademártori considera que la causa de la derrota no pudieron ser las divergencias al interior de la UP, porque estas son normales en todo "proceso de cambio". La explicación, según él, está entonces en que Washington y su aliada, la oligarquía, se impusieron por la violencia extrema. O sea, Cademártori considera normales a todo "proceso de cambio" las divergencias al interior de las fuerzas que empujan el cambio y que, dado que son normales, no pueden ser la causa de la derrota. Como la oposición violenta de Washington y la oligarquía él las cataloga como la causa decisiva y como él mismo establece que la causa no puede ser algo que constituya un rasgo "normal" de los "procesos de cambio", la conclusión lógica es que Cademártori considera que la oposición violenta del imperialismo y sus aliados locales (que él reduce a la oligarquía) a los "procesos de cambio" es algo accidental, fortuito, que no es propio, por necesidad, de los procesos revolucionarios.

Con esa sola "reflexión" bastaría para mandar a Cademártori a un rincón con un capirote. Pero eso no es todo. Agrega Cademártori:

"En cuanto al contenido mismo de las divergencias dentro del campo popular, lo importante es ahora ver quien tenía la razón y quien estaba equivocado. La estrategia de Allende para avanzar al socialismo mediante profundas transformaciones democráticas, la soberanía económica sobre nuestros recursos nacionales y la dignificación material y espiritual de los trabajadores, en el marco de la Constitución, sin confrontaciones armadas, sin guerra civil, tenía toda la razón. Así es reconocido en todo el mundo. Los cambios, progresistas y estructurales, que se han producido por esta “vía allendista” en diversas naciones de América Latina han agrandado su figura y su pensamiento".

Es decir, para Cademártori la prueba decisiva de la estrategia allendista (y del PC) no fue su derrota a manos de los militares en 1973, sino el hecho de que cuatro décadas después, haya "procesos de cambio" que han seguido la "vía allendista" en diversas naciones. Aquí se puede ver qué señalados favores la expresión "proceso de cambio" le presta a Cademártori: le permite escribir burradas haciendo abstracción de las enormes diferencias entre los "procesos de cambios" de los años 60 y 70 y los de este siglo XXI; le permite despachar administrativamente las diferencias tanto en los objetivos como en la situación política y el estado de fuerzas de las clases entre uno y otro momento histórico.

Naturalmente, lo que ocurrió fue algo muy distinto. A partir de 1970, el conflicto de clases en Chile se agudizó y desbordó claramente la estrategia política del PC y del propio Allende. Ya habían existido antecedentes previos de ello, por ejemplo en las sublevaciones populares de abril de 1957.

Contrariamente a lo sostenido en la mitología PC, el triunfo de Allende no fue la coronación de un proceso ininterrumpido que iba desde los años 30 hasta 1970. La estrategia de los Frentes Populares fracasó irremisiblemente en 1948, con la Ley Maldita. La recuperación tras esta derrota fue posible por el ingreso de nuevos actores y fuerzas sociales (fundación de la CUT en 1953, aumento sustantivo del proletariado urbano por la migración campo-ciudad, nuevo protagonismo de los pobladores, etc.). Es la radicalización de estos nuevos actores y fuerzas, espoleada por los efectos del agotamiento del modelo de sustitución de importaciones, la que lleva al triunfo a Allende y la que se expresa políticamente en la radicalización de un ala del PS y el surgimiento de nuevas fuerzas como el MIR.

Ante este proceso de agudización de la lucha de clases, la actitud del PC, de intentar moderar las fuerzas en pugna, no tenía destino, porque del otro lado la burguesía también se radicalizaba y buscaba soluciones a la crisis del modelo. En ese contexto, la actitud de atenerse "a los compromisos programáticos contraídos", alabada por Cademártori, no era una muestra de responsabilidad sino de ceguera y cretinismo.

Tras el golpe, el PC intentó sostener esta explicación, pero tanto la profundidad de los cambios que estaba empezando a provocar la dictadura, como la brutal represión sobre el partido, comenzó a presionar por la búsqueda de nuevas explicaciones a la derrota. En la constitución de las respuestas fue decisivo el hecho de que la dirección reformista histórica se encontrara aislada en Moscú y el partido estuviera siendo dirigido en Chile por cuadros de una nueva camada, templada en la clandestinidad tras la caída sucesiva de dos direcciones completas.

En 1977 se empieza a producir el viraje y se introduce, en el Pleno del Comité Central del PC realizado ese año en Moscú, la tesis del "vacío histórico". No fueron las desviaciones de izquierda, sino las desviaciones de derecha, específicamente la "incomprensión del problema del poder", las que estuvieron en la base de la derrota de la UP. En un proceso revolucionario (no un etéreo "proceso de cambio") lo normal es que se debe enfrentar la oposición violenta del imperialismo y la clase dominante local y el partido debe hacerse cargo de ese problema para solucionar el "problema del poder".

Esa tesis sería el punto de partida para un vertiginoso e inédito proceso de radicalización del PC, que desembocaría en los "años de plomo" 1980-1986, bajo la "Política de Rebelión Popular".

El resto es historia conocida. En 1986 se interviene la Comisión Militar del PC y es destituido el mítico Salvador, jefe de los militantes comunistas que lucharon en Nicaragua, como segundo hombre; en 1987, ante el intento de desmantelar la dirección del FPMR, se produce la escisión; en paralelo, se inicia el retorno masivo al país de la vieja guardia reformista. En 1989, se impide al ala del FPMR que permaneció en el partido participar en el XV Congreso.

El "vacío histórico" comienza a retornar lentamente. El año 2008, Luis Corvalán lanza su libro "Los comunistas y la democracia", una especie de testamento político en el que sostiene que la derrota de la UP se debe a la falta de acuerdo con la DC. En Junio de ese mismo año, en el acto por el centenario del natalicio de Allende, Guillermo Teillier reafirma la idea, sosteniendo que la causa de la derrota fue la división de las "fuerzas democráticas".

La actual política del PC, expresada en las opiniones de José Cademártori, constituye por lo tanto un retorno del vacío histórico y la reivindicación plena de su viejo reformismo frentepopulista, con sus ilusiones sobre una burguesía "democrática, nacional y progresista".

Vista a la distancia, la Política de Rebelión Popular falló en dos aspectos cruciales: en primer lugar, falló en romper con el paradigma frentepopulista y sus ilusiones; en segundo, en imponer un liderazgo político acorde, que no se asustara en 1986 con la magnitud de las tareas políticas planteadas y no tuviera la necesidad de pedirle perdón a la oposición burguesa por la rebeldía de sus militantes.



I. Vitta


(1) José Cademártori, "2013: fin de una Era, comienzo de otra". http://www.rebelion.org/noticia.php?id=172219&titular=2013:-fin-de-una-era-comienzo-de-otra-