viernes, 7 de marzo de 2014

El gabinete gatopardista de Bachelet


Iván Vitta

La designación del gabinete de Bachelet y de los próximos intendentes generó todo tipo de controversias, centradas en los problemas de probidad y conflictos de interés de los designados. Menos atención se puso en la orientación política que estas designaciones representan en términos de proyecto, fuerzas políticas y fuerzas sociales de apoyo.

En primer lugar, el proyecto que traslucen las designaciones es claramente social-liberal, la variante “progresista” del neoliberalismo. Ello se expresa con nitidez en los nombramientos en los ministerios sectoriales, en especial en aquél que está hoy día en el centro de las demandas político-sociales, Educación. Nicolás Eyzaguirre es un tecnócrata neoliberal que fue director del FMI, instrumento mundial del sometimiento de las economías periféricas a los dictados del Consenso de Washington.

La designación de Claudia Peirano como Subsecretaria de la cartera, quien finalmente renunció, no fue, como se ha indicado, un “error”. Por el contrario, expresaba la voluntad de Bachelet de poner a connotados agentes políticos del modelo educacional mercantil a controlar y darles forma a los cambios que se busca introducir en educación.

Los nombramientos de Eyzaguirre y Peirano fueron una señal política clara de continuismo orientada hacia la extensa burguesía educacional que se ha formado en los últimos treinta años al calor del modelo mercantil.

Las políticas educativas de la Concertación tuvieron como objetivo, durante veinte años, desarrollar el capitalismo educacional, inyectándole cuantiosos fondos públicos por decenas de miles de millones de dólares y desarrollándole un mercado por el expediente de abandonar la educación pública a la suerte de los municipios que la sostenían, en el caso de primaria y secundaria, o del autofinanciamiento, en la educación superior. El debilitamiento de la educación pública no fue un efecto colateral no deseado; por el contrario, era una condición necesaria para el desarrollo de dicho capitalismo educacional.

A esa burguesía, representada a nivel político, dentro de la Nueva Mayoría, principalmente por la Democracia Cristiana, estuvieron orientados los nombramientos, garantizando que ningún cambio afectará sus intereses. Es por ello que Bachelet, a pesar de la reticencia de la propia Claudia Peirano, que le advirtió de su situación personal, insistió en el nombramiento.

Estas señales en el sector educación se repitieron en todo el gabinete, al que se incorporaron cuadros provenientes de grandes empresas mineras, energéticas y de otros sectores económicos. El mensaje político es claro: la Nueva Mayoría sigue alineada con los intereses económicos del gran empresariado nacional y transnacional.

En segundo término, el gabinete refleja el intento de Bachelet de consolidar su poder personal rodeándose de un grupo de personeros –con pocas excepciones– de bajo perfil partidario y alta cercanía y lealtad personal con ella, consolidando al “bacheletismo” como partido transversal de la Nueva Mayoría y alejándose claramente de los liderazgos concertacionistas tradicionales, apoyada en una camada más reciente de cuadros concertacionistas, de un perfil más técnico y desideologizado. Con un amplio capital político, Bachelet apuesta por una mayor autonomía política respecto de los partidos de la NM, estableciendo un nuevo equilibrio con ellos, en el que será ella quien intentará llevar las riendas para darle credibilidad y coherencia a sus reformas.

En tercer lugar, los nombramientos muestran que no todos los partidos de la NM tienen el mismo peso político en el nuevo gobierno. La DC, el PS y el PPD continuarán siendo el eje político. Los partidos menores (PC, MAS, IC y PRSD) tendrán una presencia muy menguada en el gabinete y estarán ausentes de las intendencias. En la práctica, se ha reafirmado el carácter de la NM, siguiendo los deseos de la DC, como coalición programática y no una de carácter político. Por lo tanto, la Concertación sigue operando como alianza política de facto.

El rol secundario del resto de las fuerzas de la NM –la mesa del pellejo– quedó de manifiesto cuando DC, PS y PPD salieron a pedir explicaciones al PC por las críticas de sus diputados a las designaciones, obligando a Teillier a desautorizar a sus militantes.

En conclusión, tanto el proyecto como las fuerzas de apoyo del próximo gobierno, expresados en las designaciones, apuntan a una mezcla de continuidad de las políticas neoliberales junto con cambios acotados y dentro de la lógica del mismo modelo, no en ruptura con él, los que en ningún caso alterarán la esencia del capitalismo neoliberal. Los cambios de Bachelet no estarán a la altura de las necesidades de los trabajadores y el pueblo de Chile.

El desafío para las fuerzas populares será por tanto doblarle la mano al gatopardismo bacheletista y abrirle paso a transformaciones radicales del modelo por medio de la lucha.

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